Tiempo de guerra y noche de paz
Hablábamos ayer del descanso. Hablemos hoy del cansancio. Porque, desde el momento en que Juan alzó su voz en el desierto, se inició un combate, y ese combate marca el Adviento. Es la lucha de la luz contra las tinieblas.
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan.
Salir al desierto para preparar el camino al Señor conlleva violencia. Dejar atrás las pasiones, las seducciones del mundo y los afanes terrenales requiere el uso de la espada. No es como vaciarse los bolsillos. Esas pasiones, seducciones y afanes te persiguen mientras caminas, porque quieren arrebatarte el reino. Y también los demonios, mientras te encaminas hacia Dios, se vuelven contra ti para impedirlo. Mientras estabas «en tus cosas», no te molestaban, porque allí te tenían preso. En cuanto has decidido dejar «tus cosas» atrás para salir al encuentro de Cristo, se han puesto en pie de guerra.
Guerra tendrás hasta el 25 de diciembre. Los ángeles, y el propio Dios, combatirán junto a ti. Pero, si no te rindes, el 24 por la noche, mientras un niño es recostado en un pesebre, cantarás «Noche de paz». Él reinará.
(TA03J)