Testigos de la luz en un mosaico de tinieblas
Durante estos últimos tres días, Jesús ha descrito un panorama desolador: guerras, destrucción, enfermedades, persecuciones, signos de muerte en la tierra y en el cielo… Y hoy, tras completar ese mosaico de tinieblas, señala, al fin, un haz de luz refulgente:
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
La imagen de la nube podría indicarnos que ese «levantar la cabeza» supone clavar los ojos en el firmamento. Desde luego, cuando Jesús vuelva en su gloria, aparecerá entre las nubes. Pero la invitación a alzar la cabeza no ha quedado suspendida hasta el fin de la Historia.
Cuanto Cristo ha descrito está sucediendo ya. ¿Acaso no hay guerras, epidemias, persecuciones…? Y, ante ese panorama de muerte que nos rodea, tenemos dos opciones: O vivimos con los ojos en este mundo, quejándonos de lo mal que está todo, o vivimos con la mirada en alto, contemplando lo bueno que es Dios. En el primer caso, seremos invadidos por la tristeza. En el segundo, seremos testigos de paz y de alegría ante los hombres, y así estaremos adelantando la venida del Señor.
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