«Te he sentado en mi trono»
Le comentó un sacerdote a otro: «Esta mañana, mientras rezaba, me veía yo como el más pecador e inútil de los hombres. Y, entonces, me pareció escuchar la voz del Señor en mi corazón: “Te he sentado en mi trono”. Me he sentido, a la vez, abrumado y agradecido por tanta predilección».
Habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Nadie en su sano juicio pondría a un niño a dirigir una multinacional. Pero el Hijo de Dios escogió a doce pescadores jóvenes, inexpertos y llenos de miserias, y los elevó sobre el cielo y la tierra, los sentó en su trono y les dio poder y autoridad sobre los espíritus inmundos y las enfermedades. ¿Acaso no está el Señor en su sano juicio? ¿O el juicio de Dios es necedad para el mundo?
Mira que lo mismo ha hecho contigo: Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria (1Sam 2, 8).
¡Alégrate! Sólo la falsa humildad o nuestra poca fe nos impiden ver hasta qué punto hemos sido ensalzados.
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