Te está llamando el buen Pastor desde la Cruz

Dos mil años acompañados por el Crucifijo, y muchos, aún, no han entendido nada. Lo miran, y se les queda la mirada en el dolor. Les duele la cabeza, y piensan: «Es una cruz que me manda el Señor». Como si Dios, desde el cielo, se entretuviese lanzando enfermedades a sus hijos. Qué visión tan pobre.

Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. El buen Pastor sigue convocando, una por una, a sus ovejas. El Señor te está llamando desde la Cruz. Y no te llama al dolor; el dolor ya lo tienes puesto, te lo han traído la vida y el pecado de los hombres. Te llama a la entrega, a la Vida –con mayúscula–, al Amor, y a santificar ese dolor hasta volverlo dulce.

La Cruz no es una invitación al sufrimiento, porque Dios odia la muerte y el sufrimiento. La Cruz vuelve dulce el sufrimiento porque es puerta amorosa del cielo. La llamada con que, desde allí, te convoca el buen Pastor, es ésta: «No sufras solo; no mueras solo. Sufre conmigo, muere conmigo, resucita conmigo». Bendito dolor, bendita muerte.

(TC05S)