Tanto me amó Dios…

Las palabras de Jesús a Nicodemo se leen mejor si se despeja el plural y cada uno se sitúa ante ellas en el singular más íntimo. De este modo, el tanto amó Dios al mundo queda convertido en «tanto me amó Dios a mí».

Tanto me amó Dios que entregó a su Unigénito, para que yo, creyendo en Él, no perezca, sino que tenga vida eterna. Jesucristo es el gran regalo de mi vida. Me lo ha entregado Dios, porque me ama. Y me lo ha entregado porque Él quiere que viva. Yo me ahogaba en las aguas del pecado y de la muerte, estaba perdido a causa de mis culpas y abocado al sepulcro. Entonces Dios me miró, tuvo compasión de mí y me envió a su Hijo. Él se entregó por mí, y en la Cruz formó para mí una escalera, de modo que, abrazado fuertemente al Crucifijo por la fe, pudiera yo dejar atrás las aguas de la muerte y escalar al cielo. Ahora vivo con Él, quiero vivir crucificado con Cristo, y de su costado abierto bebo vida eterna cada día.

Gracias, Padre, por tu Hijo Jesús. Él es el beso con que me has besado.

(TP02X)

“Evangelio