Soy sacerdote. La gente me pregunta por la vida, la muerte, el sufrimiento, el pecado, la homosexualidad, el aborto, la eutanasia, el divorcio… Buscan respuestas fáciles a preguntas dramáticas y, después, esas respuestas no les sirven, porque ningún discurso resuelve un drama. Y yo estoy harto de hablar de religión.
Hemos encontrado el Mesías. ¡Es tan sencillo! Me ha sucedido algo maravilloso, y te lo cuento. Andrés se lo contó a Simón. Años después, encendido por el Espíritu, Simón se lo contó a los habitantes de Jerusalén. Y ellos a sus hijos, quienes, a su vez, se lo contaron a los suyos… Hasta llegar a nosotros. Mis padres me dijeron que habían encontrado al Mesías, y me llevaron a Jesús. Desde entonces, le pertenezco.
Y no quiero hablar de religión. Quiero hablar de Cristo. Quiero gritar que he encontrado al Mesías, y que Jesús es el camino, la verdad y la vida. Y quiero anunciárselo al que sufre, al divorciado, al homosexual y a la madre que está a punto de abortar. A todos ellos quisiera llevarlos a Jesús. Porque sé que, si lo encuentran, todas sus preguntas se desharán como azucarillos en un Amor que te cambia la vida.
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