Su íntimo amigo

Me he acordado de lo que le dijeron los soldados mientras Él colgaba de la Cruz: A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar (Mc 15, 31).

Colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban. Miles se curaron al contacto con Jesús, y el propio Jesús agonizó durante tres horas hasta morir cubierto de heridas y vestido de ultrajes. Él fue varón de dolores para que nosotros fuésemos salvados.

Ahora dime: ¿Qué es mejor, ser sanado por Jesús, o llevar, como decía san Pablo, en nuestros cuerpos su muerte para que otros sean sanados y encuentren la vida?

Te lo pregunto porque, en ocasiones, te quejas de que el Señor no te escucha. Le has pedido que te arregle la vida, que recomponga lo que otros rompieron en tu historia, que rescate lo que tú mismo echaste a perder y que te libere del sufrimiento que te ahoga… Crees que no hay respuesta, pero yo creo que la hay. Cristo te ha elegido para que lo acompañes en la Cruz. Eres un predilecto. Su íntimo amigo.

(TOI05L)