Sólo está entero cuando está roto
Si está roto, no está entero. Si está entero, no está roto. ¿Verdad? Pues va a ser que no…
Moisés recibió, en el monte Sinaí, las tablas de la Ley. Y cuando bajó, ante el horror del pecado de su pueblo, rompió las tablas, las estrelló contra la Roca.
Jesús, en el monte de las Bienaventuranzas, entregó a su pueblo la nueva Ley. Esa nueva Ley era Él mismo. Y a Él lo rompimos los hombres estrellándolo contra una Cruz en el monte Calvario.
Cristo entero está presente en la sagrada Hostia. Y el sacerdote, antes del momento de la comunión, rompe la sagrada Hostia en el altar delante del pueblo.
No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Pero esa plenitud se alcanza cuando se rompe. Sólo está entera cuando está rota.
Porque la plenitud de la Ley es el Amor. Y eso significa que, para alcanzar la plenitud de Cristo, el cristiano, como su Señor, debe entregar la vida, debe dejarse romper.
Tus planes, tus proyectos, tus horarios, tus sueños humanos alcanzarán la plenitud cuando dejes de protegerlos tanto. Anda, deja que te los rompan.
(TC03X)