Sé empático

Ahora lo llaman «empatía». Pero toda la vida de Dios se ha llamado la «regla de oro» del Evangelio:

Todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos.

Está bien lo de la empatía. Es el arte de meterse en la piel del prójimo. Los americanos dicen «calzarse los zapatos del otro», pero a mí me gusta más lo de la piel. No pensamos ni sentimos con los pies, sino con la cabeza y el corazón. Y todo eso está bajo la piel.

Un ejemplo: Un compañero de trabajo te ha tratado mal, o ha hablado mal de ti. Tu primera reacción es hacérselo pagar: negarle el saludo, increparle, lo que sea. Pero espera un poco y sé empático. Entra en su piel. ¿Conoces sus sufrimientos? Porque lo normal es que la gente feliz desprenda alegría. Cuando alguien desprende amargura, te está dando lo que tiene dentro. Cuando tú sufres, también haces sufrir a los demás. Y, dime, ¿te gusta que te paguen con la misma moneda? ¿No agradecerías que te soportasen un poco y, a pesar de todo, te dieran cariño? En ese caso, sé empático, o, mejor sé cristiano. Hacedlo vosotros con ellos.

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