Salvado por una mirada
No creas a la primera a quien te dice que no le importa lo que piensen de él. Quizá se refiera a que su modo de actuar no cambia por cómo lo miran, pero que no le importa… A las piedras no les importa cómo las miremos; con los animales tengo serias dudas; pero a los hombres nos importa cómo nos miran. Somos muy frágiles. Una mirada de desdén nos puede hundir en la miseria. Por el contrario, una mirada de cariño puede salvarnos. De hecho, hemos sido redimidos por una mirada compasiva y amorosa del Hijo de Dios.
Hombre, tus pecados están perdonados. A este hombre lo curó de la parálisis un milagro, pero, antes de que el milagro sucediera, ya lo había salvado una mirada misericordiosa de Cristo.
Ojalá te dieras cuenta de cómo te mira el Señor cuando le pides perdón de tus pecados. Ojalá, más allá del rostro, la voz, o los consejos del confesor; incluso más allá de las propias palabras de la absolución, pudieras percibir cómo te está mirando Jesús. Porque esa sonrisa que te dirige cuando tú estás postrado en tu pecado es la fuente de la que mana el milagro del perdón.
(TA02L)