Salados al fuego

Es muy propio de cierta espiritualidad burguesa –tan de nuestros días– entregarse a largas oraciones y adoraciones repletas de lágrimas, cantos, bailes, luz y sonido, mientras se desprecian la mortificación, el ayuno, la penitencia y el esfuerzo ascético. El burgués cree haber encontrado la solución perfecta para tenerlo todo en este mundo y gustar también de los bienes espirituales. Pero lo cierto es que ese sucedáneo de cristianismo es una falsedad, porque no se puede alcanzar el cielo sin perder la tierra. Algunos deberían mirar más a la Cruz.

Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la «gehena». Y, si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la «gehena».

Al reino de Dios siempre entra uno ciego, manco o cojo; al menos en esta vida. Porque no se goza de la verdadera vida espiritual si uno no mortifica primero la carne. Es imposible tener saciados, a la vez, cuerpo y alma; hay que elegir.

Todos serán salados al fuego. Y ese fuego se llama mortificación, ayuno y penitencia.

(TOI07J)