¿Quién permanecerá fiel?
Sana Cristo a un enfermo, y dicen los hombres, asombrados: Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos. Mañana, el enfermo será Jesús, quien se mostrará al mundo pendiente de una cruz. Y entonces los hombres exclamarán, con desprecio: A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¡Es el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz y le creeremos (Mc 17, 42).
Hoy Jesús, para sanar a un mudo, con la saliva le tocó la lengua. Mañana, el mismo Jesús, coronado de espinas, recibirá salivazos en la cara.
Y todo ello dependerá de que a nosotros nos vaya bien o nos vaya mal. Si cura a nuestros enfermos y nos otorga lo que le pedimos, es nuestro Salvador y acudimos a su lado. Si nos invita a morir con Él, nos alejamos, renegamos de Él y ya nos buscamos la vida por nuestra cuenta.
¿Quiénes quedan, al final, fieles? Quienes no aman lo que Cristo les da, sino que lo aman a Él. Y tanto lo aman cuando multiplica los panes como cuando suda sangre, porque, triunfante o sufriente, Cristo es su único tesoro. María, Juan, Magdalena… ¿Tú? ¿Yo?
(TOI05V)