Quien no es humilde es porque no quiere
Para las grandes tareas se elige a los grandes hombres. Cualquiera puede romper un plato, pero pocos pueden levantar una catedral. Para eso hace falta trabajo, preparación y talento.
¿Por qué come con publicanos y pecadores? Se lo preguntaban los fariseos, porque Cristo ha roto todos los pronósticos. Para edificar su iglesia ha elegido a torpes, pecadores y publicanos.
No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. A mí no me ha elegido el Señor porque fuera bueno, o listo, o guapo. Me ha elegido, en primer lugar, porque me amaba. Y, en segundo lugar, porque estaba enfermo, porque era un pecador y quería redimirme.
Dice un amigo mío que quien no es humilde es porque no quiere. Tiene toda la razón. Basta con mirar la tremenda desproporción entre nuestro pobre barro y la tarea divina que el Señor nos ha encomendado a cada uno. Hay que ser muy estúpido para engreírse.
¿Crees que estoy hablando sólo de mí? A ti te ha elegido Cristo para llenar el mundo con el Amor de Dios. Y –no te me ofendas– eres torpe, enfermo y pecador. Póstrate ante Él, y Él actuará.
(TOI01S)