¿Qué vas a comer hoy?
La Iglesia ha tomado esas palabras dichas por Jesús en casa de Mateo para incluirlas al comienzo de la Misa, en el acto penitencial:
No he venido a llamar a justos sino a pecadores.
Y nosotros, al iniciar la celebración de la Eucaristía, aclamamos: «Tú que has venido a llamar a los pecadores, Señor, ten piedad».
Y es que toda esa aventura que cambió la vida de Leví se reproduce en cada misa. No debería extrañarte lo que te voy a decir: ¿No te distraes con frecuencia durante la celebración? ¿Nunca asistes a la Eucaristía desde tu «mostrador de los impuestos», es decir, desde tu negociado, donde tratas tus asuntos? «Padre, no se lo va a creer. Mientras está usted consagrando, yo estoy pensado en qué voy a poner de comida»… Pues me lo creo. Somos como somos. Al menos piensa en comida durante la consagración; algo tiene que ver.
Pero una voz, desde el altar, como a Mateo, te susurra: Sígueme. Y entonces te levantas, dejas aparte el menú y te vas con Él. Y, como Mateo, al comulgar te lo llevas a tu casa y comes con Él. ¿Qué vas a hacer hoy de comida? Él te alimenta.
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