Que al menos sepan que amamos

No sé a ti, pero a mí la acusación de Jesús contra los fariseos me deja temblando: Haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.

Para que no tengas que darte por aludido si no quieres, hablaré por mí. Sé que mis obras deberían ir por delante de mis palabras. Sé que, ante todo, debería ser mi vida la que hablase, la que despertase interrogantes en los hombres, y que entonces mis palabras serían acogidas, porque darían respuesta a esos interrogantes. Prescindiendo de mis palabras, ¿podría decir que soy cristiano quien me viera? Y no porque lleve un alzacuellos, ni aunque llevara una cruz colgando como los obispos, sino por cómo vivo esta vida que Dios me ha dado.

Es cierto. Se escucha con más interés a quien, primero, se ha ganado la confianza del oyente. Pero, por otra parte, tampoco permitiré que mis pecados me cierren la boca. Quiero anunciar a Cristo, a pesar de ellos. Por eso le pido al Señor que, al menos, quienes me vean se den cuenta de que lo amo hasta el delirio. Soy pecador, pero estoy enamorado. No puedo callar.

(TC02M)