Problemas de megafonía

En mi parroquia casi nadie se entera de la homilía. Por más dinero que hemos gastado en megafonía, las capillas laterales producen un eco que impide entender al predicador. Es molesto, pero, en el fondo, no importa tanto. Al fin y al cabo, aunque entendieran, tampoco iban a hacer caso. Pocos lo hacen.

La gente se fía más de lo que ve que de lo que escucha. María Magdalena vio a Jesús resucitado y creyó. Pero cuando lo anunció a los apóstoles, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Si no creyeron sus palabras, cuánto menos creerán nuestra predicación. Después, cuando Jesús apareció entre ellos, creyeron. Pero el Señor les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado.

Entonces les mandó proclamar el evangelio a toda la creación, para que también ellos experimentaran el fracaso de la predicación.

En todo caso, nunca es excusa. Dice san Pablo que la fe nace del mensaje que se escucha (Rom 10, 17). Nosotros no hemos visto ni veremos. Creamos el anuncio, aunque se escuche con eco, que no puedo gastar más dinero en megafonía.

(TP01S)