Por las barbas del patriarca

AbrahánHace años que dejé de soñar con ver a Abrahán. Yo leía esas palabras de los judíos a Jesús: No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?, y las interpretaba mal. Pensaba que, al cumplir los cincuenta, vería las barbas del patriarca… Pero no. Pues nada, otra vez será.

Otra cosa es lo que el propio Abrahán, según las palabras de Jesús, vio: Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio y se llenó de alegría.

¿Y cuándo vio Abrahán el día de Cristo? Pues en el mismo momento en que, dispuesto a sacrificar a su hijo, fue detenido por el ángel del Señor. Ese ángel le señaló un carnero, para que lo ofreciera en sacrificio en lugar de Isaac. Y le prometió entonces, de parte de Dios, que en su nombre serían benditas todas las razas de la tierra. En ese instante, Abrahán supo que otra víctima consumaría el sacrificio que él había dejado a medias. Y que esa víctima redimiría, no sólo a Israel, sino a todo el género humano. Por eso se alegró.

Nos estamos acercando a ese día; en una semana será Viernes Santo. Por las barbas del patriarca: alegrémonos.

(TC05V)