«Pónmelo fácil»

Sucede a menudo, en nuestros días, con algunas personas: abres ante ellos horizontes de santidad, de amor divino, de castidad y apostolado, y te miran con cara de cansancio mientras responden: «Es muy difícil». Desde que nos lo han puesto todo a distancia de un clic, vivimos la era del «pónmelo fácil».

«Pónmelo fácil». Es un lema tan seductor como letal. No pidamos a los hombres lo que no pueden dar. Pongámoselo fácil: ofrezcámosles emociones hermosas, música y luces, una piedad relajante y edulcorada que apacigüe el estrés. Fabriquemos «santos de salón», ya que no es tiempo de mártires ni de héroes. Bajemos el listón, o nos quedaremos sin feligreses.

Extiende la mano. Esto se lo dice Jesús a un hombre que tenía una mano paralizada. ¿Imaginas que hubiera respondido: «Es muy difícil»? ¿Imaginas que le hubieran dicho a Cristo: «Pónselo fácil»? Pero aquel hombre no dudó de que poderoso era el Señor para darle lo que Él le pedía. La extendió, y su mano quedó restablecida.

No tengamos miedo a pedir imposibles. Y no tengamos miedo a decir «sí» al Señor que nos los pide. Que no se trata de hacer agradable la vida, sino de alcanzar la santidad.

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