Ponle la alfombra a Dios

Permíteme recordarte lo que ya sabes: la Navidad la hace Dios, no la fabricamos nosotros. Podemos empeñarnos en fabricar una navidad (así, con minúscula) a base de compras, reuniones familiares, cocina de masterchef y bolitas colgadas de un árbol. Y, si no abrimos las puertas de todo ese empeño humano para que entre Dios a hacer la Navidad, lo único que conseguimos es un fósil y alguna pelea entre cuñados atiborrados de turrón. A Dios hay que ponerle la alfombra. ¿Se la has puesto ya?

Querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan». Más allá de las expectativas humanas, Zacarías e Isabel se rindieron amorosamente a la voluntad divina. Y lo mismo hicieron María y José. Sin la dulce obediencia de estas personas sencillas, jamás hubiese existido la Navidad. ¿Fabricaron ellos la Navidad? No. Pero, con su docilidad, permitieron al Misterio irrumpir en la Historia de los hombres. Ésa es la alfombra que Dios quiere pisar al entrar en tu casa.

Sé dócil. Obedece a Dios. Dale cuanto te pida. Acepta lo que Él permita. Ponle la alfombra. Y Él llenará de luz cuanto has preparado para mañana por la noche.

(2312)

“Evangelio