Para no sufrir más que lo justo
Un buen propósito que te recomiendo es el de no sufrir más que lo necesario. Yo me regalé ese propósito hace años, aunque no siempre lo cumplo.
Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas.
Realmente, el Señor te está sugiriendo el mismo propósito. Porque los sufrimientos van incluidos en el pack de la vida, una buena parte de ellos no se pueden evitar. La virtud de la mansedumbre te enseñará a reconciliarte con ellos, y a abrazarlos como lo que son: el yugo amoroso de Jesús sobre tus hombros. Los sufrirás, pero también experimentarás que mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
Sin embargo, si no eres manso, sufrirás por partida doble. Porque, además del sufrimiento que te trae la vida, sufrirás la rebeldía interior ante esa prueba. Y, muchas veces, esa rebeldía interior duele más que la propia tribulación.
Recuerda a los dos ladrones que fueron crucificados junto a Jesús. ¿Quién de los dos sufrió más? El bueno sufrió la cruz unido a Cristo. El malo sufrió la cruz, la soledad y la rebeldía.
Ser manso significa no sufrir más que lo necesario, y convertir el dolor en amor.
(TOP15J)