Nuestro puesto en el mundo
Dice el libro del Eclesiástico: Hijo mío, actúa con humildad en tus quehaceres, y te querrán más que al hombre generoso (Ecclo 3, 17). Imagino estas palabras dichas por Dios Padre a su Hijo Jesús mientras Éste pende de la Cruz. El más amado de los hombres.
Si Él, el mayor de todos, se humilló así, ¿dónde estará nuestro puesto?
Vete a sentarte en el último puesto. Humildad viene de «humus», que significa «tierra». Postrarse en tierra para que los demás pasen por encima no está de moda. Nos gusta sobresalir, llevar la razón, ser los más graciosos, los que más morenos vuelven de la playa, los más listos… ¿Cuántas veces has dicho a quien discutía contigo: «Llevas razón, me has convencido»?
¡Míralo en la Cruz, y míralo humillado en la sagrada Hostia! Si allí está el Amor de nuestras vidas, allí está nuestro puesto y nuestro hogar. Cada vez que te abajas, cada vez que cedes, cada vez que das tu brazo a torcer en asuntos opinables (casi todos), cada vez que sirves, cada vez que escuchas, te acercas un paso más al Hijo de Dios. Sigue por ese camino y lo encontrarás. Cuando lo encuentres, descansarás en Él.
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