No leas consejos; mira un retrato
Ayer, desde el Tabor, atisbamos el cielo. Y aprendimos, sobre todo, a contemplar. Porque no somos campeones olímpicos de esforzadas virtudes, sino idiotas (con perdón) que se han enamorado. Y uno no se enamora a base de esfuerzos, sino seducido por un rostro que alegra la mirada. El rostro de Cristo nos ha cautivado para siempre.
Hemos retomado la peregrinación cuaresmal, y ahora es el Gólgota el que se presenta ante nuestros ojos. No dejes de mirar a la Cruz mientras caminas.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros.
Si recibes estas palabras como quien recibe un aluvión de consejos imposibles de cumplir, quedarás abrumado. Pero si las contemplas impresas en la Cruz, te enamorarás.
Cristo crucificado es todo misericordia. No juzga ni condena, sino que perdona. Se deja abrir el costado y nos da hasta la última gota de su sangre… Con esa medida te ha medido. ¿No te enamora? Abrázate a Él, y con esa medida medirás.
(TC02L)