Nicodemo y el nuevo nacimiento

Nicodemo es todo un personaje. Tiene una honestidad intelectual que tira de espaldas: Nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él. Ojalá los demás fariseos hubieran sabido reconocer esos signos como lo hizo él. Sin embargo, a Nicodemo le puede la prudencia de este mundo. Aun reconociendo que Dios estaba con Jesús, no quiso significarse demasiado ante los demás fariseos hasta que el Señor no hubo muerto. Si se hubiese significado antes, quizá hubiera muerto con Él. ¡Quién sabe!

No te extrañes de que te haya dicho: «Tenéis que nacer de nuevo». En el fondo, le dio miedo nacer de nuevo: morir allí, en ese encuentro con Jesús, y que saliera por la puerta un Nicodemo nuevo, un Nicodemo que ha dejado todo atrás y sólo vive para Cristo, un Nicodemo que ha muerto al pecado y a la vanidad de las apariencias y honores de este mundo, un recién nacido a quien ya nada le importa salvo el Amor de Dios manifestado en Jesús.

Ojalá puedas decir que ya no eres el que eras. Ojalá puedas decir que, a partir de hoy, tu vida es Cristo, y que nada te importa sino Él.

(TP02L)