Mirándolo bien…

Estamos más acostumbrados a la versión de las bienaventuranzas del evangelio según san Mateo. En la de san Lucas, que se proclama hoy, las bienaventuranzas son sólo cuatro. A cambio, Lucas añade cuatro ayes: ¡Ay de vosotros, los ricos! ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados! ¡Ay de los que ahora reís! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros!

Hombre, así, de primeras, si me dan a elegir, prefiero ser rico, estar saciado, reír y tener prestigio. Supongo que así, de primeras, cualquiera de vosotros elegiría lo mismo. ¿A alguien le gusta pasar hambre, llorar o ser insultado?

Pero así, de primeras, nunca elegimos bien. Debemos mirar mejor. Porque Jesús, con cuatro trazos, nos está dibujando un crucifijo: Bien­aventurados los pobres. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre. Bienaventurados los que ahora lloráis. Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres. Él es quien, en la Cruz, es pobre, pasa hambre, llora y es odiado.

Mirándolo bien, Jesús crucificado te está haciendo una pregunta: «¿Quieres venir a Mí? ¿Qué prefieres, ser rico y estar saciado o venir conmigo y tenerme a Mí?»

Entonces respondes: «Prefiero mil veces llorar contigo que reír sin ti». Las bienaventuranzas sólo son aptas para enamorados.

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