Mientras vais de camino
Todo pecado constituye una ofensa a Dios. Pero escrito así, en genérico, quizá no se entienda bien. ¿Cómo puede un ser tan pequeño como el hombre ofender la majestad infinita de Dios? ¿Podría ofenderme a mí una hormiga? No, salvo que yo me hiciera hormiga y me dejara ultrajar por ella. Así, en Cristo, Dios se ha hecho hombre y se ha dejado herir por nuestras culpas. Nuestros pecados le han partido el corazón a Jesús y lo han crucificado. Deberíamos llorar.
Te invito a que hagas, este viernes, una oración de contrición.
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez. Mientras vais de camino aún estás a tiempo. Cuando el camino termine, cruzada la puerta de la muerte, ya no encontrarás confesonarios. El buen ladrón se puso a bien con su adversario a diez metros del juzgado y se salvó.
Pero mejor caminarás si no esperas, si te pones hoy mismo a bien con el Señor. Pídele perdón, llora tus culpas, confiesa tus pecados, reconcíliate con Él. De esta forma, disfrutarás del camino, que mala cosa es caminar enfrentados. Y, después, disfrutarás también de la meta.
(TC01V)