Menudo galimatías

María MagdalenaEs difícil que el lenguaje humano pueda expresar con exactitud los gozos de la gloria celeste. Jesús resucitado juega con las palabras, les da vueltas, las hace girar en aparentes contradicciones hasta que reflejan destellos de luz. ¿Entendió María Magdalena lo que Cristo le estaba diciendo?

Todavía no he subido al Padre… Subo a al Padre. ¿En qué quedamos? ¿No has subido ahora, pero subirás después? No, no puede ser. Cristo habla ya desde el otro lado, desde la eternidad en la que ha ingresado corporalmente. Ya ha subido y, sin embargo, está aquí abajo, junto a María. Ambas afirmaciones son ciertas. Está en el Padre y se muestra aquí. Pero, mientras se muestra, sube; todo en Él apunta hacia lo alto, hacia el cielo. Lo entendió muy bien san Pablo. Quien ha conocido a Cristo ya no puede sino aspirar a los bienes celestes (cf. Col 3, 1), vive precipitado hacia lo alto.

No me retengas… Inútil querer retenerlo aquí, se está yendo, se escapa como el cervatillo. María quiere atarlo al suelo, pero es como atar un cohete. También Eliseo quiso retener a Elías y no pudo. Le quedó su manto. Y, a nosotros, el Espíritu de Cristo.

(TP01M)