Me pregunto si estaremos a la altura

Hoy me quedo con la última frase. Es la que deja el sabor de boca. Y, no nos engañemos, la única que algunos feligreses recuerdan tras decir: «Gloria a ti, Señor Jesús».

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá.

Gran parte de vosotros estáis entre aquéllos a quienes se les ha dado mucho. Tenéis fe, frecuentáis los sacramentos, comulgáis y habláis con Dios. No creo que a un joven educado en Teherán se le reproche no haber atendido en misa. Pero nosotros… somos unos privilegiados. Y se nos pedirá mucho.

Se nos preguntará si hemos aprovechado la Misa, si hemos procurado confesar con frecuencia para participar, vestidos de boda, en el banquete del Cordero.

Se nos preguntará si quienes hemos sido bendecidos con la predicación, y hasta con la dirección espiritual, hemos obedecido a quien nos mostraba el camino.

Se nos preguntará si hemos repartido generosamente esos tesoros a quienes no los conocían, o nos hemos apoderado egoístamente de ellos.

Se nos preguntará si hemos agradecido tanta bendición…

No permitas, Señor, que tantos dones los recibamos en vano. Otórganos uno más: la correspondencia a la gracia.

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