Los «pocos» del Señor

Los «pocos» del Señor son nuestras soledades. Él mide el tiempo de otra manera, no es como nosotros. Nosotros siempre tenemos prisa, Él es experto en paciencia y juega como un niño con el calendario.

Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver. Al final, uno tiene la sensación de que, con Jesús, siempre hay que esperar un «poco». De repente, se retira de nuestra vista, oculta su rostro y nos deja a oscuras. Nosotros, entonces, nos desesperamos como si nunca hubiera estado con nosotros, como si todo hubiera sido un sueño, el fruto de una mala sugestión o de un engaño. Y Él, de nuevo, nos dice: «Espera un poco». Es cierto, al poco rato aparece de nuevo, pero ese «poco» ha podido durar años. Más de cuarenta llevas pidiéndole al Señor, día tras día, la gracia de un alma. Y siempre entiendes que debes pedir un «poco» más. Se te hace largo, muy largo, pero cuando el Señor te conceda esa gracias verás que ha sido un «poco».

Y, cuando estemos en el cielo, y nos pregunten cuánto hemos vivido, responderemos: «Un poco». Sólo que ahora se nos hace largo.

(TP06J)

“Tú, pecador