Los cinco hermanos de Epulón
Sabía bien lo que decía Jesús cuando terminaba así su parábola: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto.
Cada domingo, el aire trae la noticia de que ha resucitado un muerto. Y quienes no quieren escuchar, los cinco hermanos de Epulón, siguen sin creer. Algunos, precisamente porque no quieren escuchar, no se acercan a la Iglesia. Otros sí, porque entre los hermanos de Epulón hay de todo. Pero se acercan y no escuchan, no se dejan transformar por lo que oyen. Salen del templo tan ricos como entraron: perfectos dueños de sus vidas. Han consumido religión, y después irán al bar a consumir cerveza.
Porque ésa es la diferencia entre Epulón y Lázaro; los langostinos son una anécdota. Epulón es dueño de su vida: él decide cuándo come y cuándo ayuna, cuándo da limosna y cuándo sale de crucero. Lázaro, en cambio, sólo implora. Está, como Cristo, en manos de Dios y de los hombres. Porque Lázaro es Cristo.
Tú escucha: Ha resucitado un muerto. Con su muerte te ha comprado, y ahora vives para Él. Él es tu riqueza. Eres hermano de Lázaro, no vivas como hermano de Epulón.
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