Lo que convierte la Cuaresma en una fiesta
Ya te anuncié ayer que no caminarías solo; que todos tus hermanos, la Iglesia entera va contigo. Pero menuda panda de desarrapados perdida en el desierto formaríamos si nos conformásemos con hacernos compañía unos a otros. ¿Quién guiaría al pueblo a través del desierto si no fuera con ellos Moisés?
Si alguno quiere venir en pos de mí… Es Cristo, el nuevo Moisés, quien te lo dice. La Cuaresma no consiste en quedarnos sentados añorando el chocolate (o el tabaco, la cerveza, la carne, los dulces…). Triste panorama sería ése. La Cuaresma es seguir a Cristo y caminar en pos de Él a través del desierto para alcanzar la tierra prometida, el cielo.
Es tiempo de enamorados. Ojalá mires tanto al Señor que ni siquiera eches de menos los bienes de este mundo. El tiempo de penitencia también puede ser una fiesta cuando hay amor. Porque, cuando hay amor, gozas pensando que al Único que llena tu vida no te lo pueden quitar. Descubres entonces que puedes prescindir de todo menos de Cristo.
… Que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. La tercera parte es la que convierte en fiesta las otras dos.
(TC0J)