Lo que aporta la sal a un huevo frito
No tengo ni idea de si las palabras del Señor son un recurso retórico, o si puede la sal volverse sosa. Que los químicos respondan a esta pregunta. A nosotros nos baste con conocer el mensaje que Jesús quería transmitir:
Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa ¿con qué la salarán?
Imagina –sea o no posible– una sal sosa. Podrías echar un cubo entero sobre el huevo frito y, si lograras recuperar al pobre huevo de debajo del montón de sal, su sabor –o su falta de sabor– no habría cambiado lo más mínimo. Eso es lo que sucede con un cristiano tibio: tomas una reunión de tres personas en la que se miente, se difama y se murmura, introduces al cristiano, y nada cambia. Bueno, cambia una cosa: ahora son cuatro los que mienten, difaman y murmuran.
En cambio, si introduces a un santo en esa misma reunión, poco a poco el ambiente cambia. Al principio, la presencia del cristiano escuece, como la sal en las heridas. Pero el grupo se va volviendo, primero, más humano. Después, más cristiano. Nada como un huevo frito con sal para alegrar el paladar de Dios.
(TOA05)