Las patatas fritas y la salvación del alma

En dos mil años, hemos evolucionado poco. Si el problema de los fariseos eran las carnes sacrificadas a los ídolos y la sangre de animales, ahora son las grasas polisaturadas, los hidratos de carbono, la «comida basura», los alimentos procesados y la bollería barata. ¡Guerra al colesterol! No digo que esté mal, es bueno cuidarse y tratar de vivir muchos años para servir a Dios. Pero…

Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Unas patatas fritas pringosas, crujientes y deliciosas pueden convertir tus arterias en una fábrica de colesterol, pero al corazón no llegan. Nadie se va al Infierno por unas costillas de cerdo con salsa barbacoa.

¿Sabes cuál es el alimento que llega al corazón, y no para hacerlo impuro, sino para purificarlo? La Eucaristía.

De dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios... La Eucaristía, cuando se recibe con fervor, va introduciendo en el corazón del hombre los sentimientos de Cristo, y así expulsa todas esas pasiones más tóxicas que el colesterol.

Por tanto, ten cuidado con las patatas fritas. Pero, sobre todo… comulga mucho y comulga bien.

(TOI05X)