La vocación matrimonial

Como se considera la opción «por defecto», el matrimonio está devaluado como vocación. La gente piensa: «Tú, de primeras, busca pareja y cásate… salvo que tengas vocación, claro». Es un error. El matrimonio, cada matrimonio, es fruto de una llamada divina personal e intransferible. Repara en que he escrito «cada matrimonio». Hay quienes, por no escuchar a Dios, se casaron con la persona equivocada.

En los evangelios vemos a Jesús llamando a algunos a abandonar su familia para seguirle. Pero ¿hay algún caso de llamamiento expreso al matrimonio? Lo hay. Está en el evangelio de hoy.

El que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».

Tan poderosa y exigente es esta llamada como la que recibieron san Pedro o san Pablo. Es la vocación de gran parte de vosotros. Los casados podéis llegar a personas a quienes los sacerdotes no llegamos. Pero debéis recordar que vuestra vocación es apostólica. No os quedéis encerrados en vuestras familias o en vuestros grupos de fe.

(TOI04L)