La santa coma

La coma, en los santos, es muy importante. Por ejemplo: San Isidro, coma, labrador. O mi santo patrón: San Fernando, coma, rey. Y es que detrás de la coma está la clave de la santidad. San Isidro se santificó arando el campo para Cristo y san Fernando gobernando España para Dios.

La coma, en la solemnidad de san José, es crucial: San José, coma, esposo de la bienaventurada Virgen María. Porque José camina por el Evangelio de la mano de su santísima esposa. Hasta san Mateo, al hablarnos del joven patriarca, respeta la santa coma:

José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

Y es que José amó a María con amor de joven enamorado, se turbó ante la noticia de su misteriosa gravidez, protegió, tras conocer en sueños su vocación, la virginidad de su esposa aun a costa de sus propias pasiones, y murió con ella a su lado. ¡Qué santidad más dulce!

De san José aprendemos a amar a la Virgen, pero también aprendemos silencio, vida interior, obediencia, humildad, castidad… y todo ello, sin abrir la boca. ¡Qué maravilla!

¡Bendito san José! Ningún santo acuñó, detrás de su santa coma, un tesoro más hermoso.

(1903)