La cuenta de resultados
Hay personas que se agobian con esta parábola: Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco. Piensan que tienen que llegar a la muerte con una «cuenta de resultados» exitosa y, conforme envejecen, al no ver frutos de su vida, se atemorizan.
«He educado a mis hijos en la fe, y ninguno de ellos va a misa. Mis nietos siguen sin bautizar. He hablado de Dios a muchas personas, pero ninguna ha querido acercarse a la Iglesia. He fracasado en todo»… ¿Qué le dices a una persona como ésta? Para empezar, que también yo hubiera querido que saliera de mi parroquia alguna vocación sacerdotal.
Y, para seguir, que las cosas de Dios no funcionan así. ¿Qué presentó Cristo a su Padre al salir de este mundo? Fracaso, humillación e injurias. A su madre, a otras tres mujeres, y a Juan. ¿Te parece una «cuenta de resultados» digna del Hijo de Dios? Pero cuando el grano de trigo murió, fue enterrado y resucitó, estalló una primavera de frutos que llenó el Orbe y la Historia.
No hay trabajo realizado por Dios que quede sin fruto. Pero esos frutos, muchas veces, sólo podrás verlos desde el gozo de tu Señor.
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