Juan Bautista y el «castigo inminente»

profetasComo un trueno que rompe el silencio, irrumpe en el Adviento Juan Bautista. Su voz es terrible, se adentra hasta el tuétano y lo revuelve todo:

¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Te asusta ese «Dios castigador», no encaja en tus esquemas, pero no será Juan quien te tranquilice: Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego. ¿Tiemblas? Conforme. Pero no tiembles ante el rostro de Dios, sino ante las consecuencias del pecado.

«Todos mis amigos se fueron al campo. Pero, como era domingo, me quedé aquí para asistir a misa. Sentí cierta envidia». «Mis compañeros de trabajo no creen en nada, y todo les sale bien. Yo rezo todos los días, y voy de disgusto en disgusto».

¿Te parece poco castigo una vida sin rezar, un horizonte sin cielo? Y, después de la muerte, la soledad eterna… ¿Te parece poco premio el que, sin merecerlo, has recibido: una vida con Dios, y la esperanza del cielo para siempre? Quien vive para este mundo, en su pecado encuentra su castigo. Quien vive para Dios, en Dios encuentra su premio.

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