Insufrible
Señor, reconóceme que, a veces, te excedes un poco con los ejemplos que pones. Si tu hermano te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: «Me arrepiento», lo perdonarás. El que alguien te la juegue una vez y te pida perdón tiene un pase. Si repite la jugada en el mismo día, es para sospechar. Pero ¡siete veces! Yo dudo de que hubiera llegado a perdonarle la segunda. Ese hermano te toma por primo. Es insufrible.
Me respondió el Señor: «Haz bien tu examen de conciencia esta noche y dime si no me has ofendido siete veces. Si no lo ves, no es porque esas ofensas no existan, sino porque no te las dejo ver para que no te desalientes. Aunque, si miras bien… No, no es insufrible. Yo he sufrido mucho más. Y no me digas que yo soy Dios y tú no, porque te he dado todo mi Espíritu para que perdones como yo. Además, querido Fernando: debes saber que sufrirse es una forma de amarse. Yo te he amado sufriéndote en la Cruz. ¿No estarás dispuesto tú a sufrir a tus hermanos, a amarlos como yo te amé?»
Me he quedado callado.
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