Hermosos sobre los montes

La Misa en la festividad de san Lucas comienza con esta antífona de entrada: «Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del mensajero que anuncia la paz». Amigos y hermanos sacerdotes: no omitáis la antífona de entrada (salvo que haya canto), es un tesoro. Y la de hoy es un foco de luz sobre el evangelio:

Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Somos los encargados de anunciar y llevar paz a los hombres. Sobre los montes de la soberbia de este mundo, nuestros pies llevan la hermosura de la paz de Cristo.

Pero quien está encargado de llevar la paz a otros debe, él mismo, tener paz en abundancia. De otra forma, nadie le creerá.

Sed gente de paz. Esa paz viene, en primer lugar, de la oración, cuando la oración se hace con detenimiento, amor y sosiego. También viene de la mansedumbre, que es conformidad rendida con la voluntad de Dios, sin rebeldías ni lamentos inútiles. Es la paz del niño que se deja cuidar por el Padre, y que sabe que todo es para bien.

(1810)