Está consumado
Jesús llamó Satanás a Pedro cuando Simón quiso apartarlo del camino de la Cruz. Hoy volverá a escuchar la misma tentación, esta vez en boca de unos fariseos:
Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.
Le piden a Jesús que huya de la muerte (como ellos), pero Jesús no es así. Él encara la muerte y se dirige a ella, como valiente soldado: Mira, yo arrojo demonios y realizo curaciones hoy y mañana, y al tercer día mi obra quedará consumada. Pero es necesario que camine hoy y mañana y pasado, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.
Se da a Sí mismo tres días hasta que, sobre el Madero, diga: Está consumado (Jn 19,30). El primer día es en el que está hablando. El segundo lo marcará su entrada en Jerusalén: No me veréis hasta el día en que digáis: «¡Bendito el que viene en nombre del Señor!». El tercero es el Viernes.
No tiene sentido arriesgar la vida temerariamente, pero tampoco pasarla huyendo de la muerte hasta que ella nos alcance. La vida se nos ha dado para entregarla. No tengáis miedo a que os la quiten, entregadla generosamente hasta que podáis decir: «Está consumado».
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