Escucha, sólo escucha
Desde los inicios, cuando Moisés recibió el Decálogo, Dios ha pedido al hombre que lo escuchase: Escucha, Israel (Dt, 6, 4). Y su mayor reproche hacia su pueblo fue éste: Mi pueblo no escuchó, Israel no quiso obedecer (Sal 86, 12).
Como recogiendo aquel mandato y aquel lamento de su Padre, dice Jesús: Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.
Hablamos con Dios, pedimos a Dios, alabamos a Dios, confesamos nuestras culpas a Dios, cantamos a Dios, pero… ¿escuchamos a Dios? Todavía tengo a quien me pide que ponga música durante la adoración al Santísimo; se le hace largo el silencio. Y presido celebraciones llenas de cantos, alabanzas, confidencias… pero sin un solo segundo de silencio.
¿Tan complicado es? Si hoy fuera uno de esos días en los que Jesús nos pide cargar con nuestra cruz, quizá pudiéramos decir que nos lo pone difícil. Pero si todo lo que pide hoy es que lo escuchemos, ¿le diremos que nos pide un imposible?
Dirás que también pide que cumplamos. Pero la palabra de Dios, cuando es escuchada, se cumple sola.
Muchas palabras le has dicho a Dios. ¿Cuántas le has escuchado?
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