Escondido a tus ojos
En la ménsula sobre la que reposa el sagrario hicimos grabar las palabras de santo Tomás de Aquino: «Adoro te devote, latens Deitas», te adoro con devoción, Dios escondido. Escondido en el sagrario está el copón. Escondida en el copón está la Hostia. Y escondido en la Hostia, tras ese velo de apariencia de pan y vino, está el Señor. No pueden los ojos cruzar las tres barreras.
«¡Ábranos el sagrario!»… y aparece el copón. «¡Ábranos el copón, expónganos al Santísimo en la custodia!»… y aparece la Hostia. Pero la Hostia no os la puedo abrir. Jesús sigue oculto a los ojos. «Latens Deitas».
¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos. Así es. Hasta que el Señor vuelva, lo que te conduce a la paz está escondido a tus ojos. No te empeñes en ver, no rodees de mil focos de colores la custodia, como si quisieras asustar a Jesús para que salga; no va a salir. Sólo provocas contaminación lumínica: tanta bombilla aturde al alma.
Adéntrate, más bien, en la noche. Que, cuando los ojos no ven, la fe se enciende, y el alma, iluminada, contempla.
(TOP33J)