Esa palabra pequeña y humilde
Nace un niño, y toda la atención de mamá se vuelca en él. El hermano mayor se siente «príncipe destronado», y el marido echa de menos esos cariñitos de su esposa que ahora se lleva el bebé. Pero ella piensa: «Vosotros sois grandes y podéis cuidaros. Él es pequeño y necesita mi atención».
Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas. Como sucede con los niños, sucede con todo: lo pequeño requiere más atención que lo grande. Lo grande se nos impone; lo pequeño, si nos descuidamos, se nos pierde. Dejad un grano de mostaza en un cajón lleno de cachivaches, y a ver si lográis encontrarlo después.
Así es la palabra de Dios. Escuchas la radio, y es tal el énfasis de periodistas y tertulianos que no te cuesta trabajo recordar los asuntos de actualidad. Pero la palabra de Dios la proclama el lector durante la misa y, como no estés atento, se te escapa. Sin embargo, si le prestas atención, crecerá dentro de ti, se hará mayor que cualquier noticia, y podrás apoyar tu vida sobre ella. Escucha.
(TOP03V)