Envidia «de la buena»

¿Es envidia? Quizá de ésa que llamamos «envidia “de la buena”»…

Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. Sí, sí, es envidia «de la buena». No de la que se entristece del bien ajeno, sino la de quien se alegra del bien ajeno, pero quisiera también alegrarse de lo mismo en primera persona. Es decir: «¡Qué suerte tiene tu madre! Y ¡cómo me gustaría a mí un hijo como tú!».

Pues ni lo sueñe, señora. ¿No?…

Mejor, bienaventurados lo que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.

Pues sí. Sueñe a gusto, que tiene usted la bienaventuranza al alcance de la mano. La palabra de Dios es Cristo. Escuchar la palabra de Dios no es, solamente, abrir el oído cuando Jesús habla, sino acogerlo a Él en lo profundo del alma como la Virgen lo acogió en su vientre. Si envidia usted a María porque tuvo en su seno a Jesús, puede usted acoger al mismo Cristo en lo profundo del corazón por la gracia.

Y cumplir esa Palabra es dejar que, una vez acogido, Jesús se apodere de todo: pensamientos, palabras, obras… ¿no es eso darlo a luz?

¡Bendita envidia «de la buena»!

(TOP27S)