Entregado
A cualquier mujer que tenga un hijo pequeño le horrorizará esta pregunta: «¿Entregaría usted a su hijo en manos de alguien que va a matarlo? ¿No lo haría ni siquiera por amor?». No hay mujer en este mundo que respondiera afirmativamente a esta cuestión. Ni hay amor tan grande en esta tierra que moviera a una mujer a entregar a su hijo en manos de quien va a matarlo. Paradójicamente, lo que no puede el amor lo puede el pecado. Hay mujeres que entregan a su hijo no nacido en manos de quien lo matará en su propio vientre. No es, precisamente, el amor lo que las mueve.
Lo terrible, lo sobrecogedor, es que Dios, por amor a esas mujeres, y a ti, y a mí, haya entregado a su Hijo Unigénito, a su Amado, en manos de los hombres, cuando sabía que los hombres lo clavarían en una cruz.
Meteos bien en los oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
Quisiera desagraviar. Hoy, durante la Eucaristía, Dios entregará a su Hijo en mis manos. Y en las tuyas, cuando comulgues. Borremos, con nuestro ferviente amor, la huella de tantas ofensas.
(TOP25S)