El Verbo se hizo niño
Muchos hombres no saben lo que están celebrando hoy. Desde luego, cenaron ayer con los suyos, y quizás hoy despierten con resaca. Pero no les preguntes qué festejan en Navidad, porque ya no lo saben. La celebración se ha comido al misterio, como si una caja devorase el regalo que contiene, para acaparar así todo el protagonismo. No permitas que eso te suceda. Abre los ojos, contempla, y dime qué estás celebrando.
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Estás celebrando al Enmanuel, al «Dios con nosotros». Estás proclamando, con tu alegría, que Dios ha saltado de su trono real y, de un brinco que dejó atónitos a los ángeles, ha irrumpido en nuestra Historia y se encuentra a tu lado. Míralo en Belén, hecho un niño por Amor.
Tan cerca está de ti, tan pegado a tu aliento, que no podrás volver a pensar que Dios no te escucha. Si acaso, podrás preguntarte si te entiende, porque los niños no entienden el lenguaje de los mayores. Tendrás que abajarte ahora tú, olvidar que aprendiste a hablar, y recuperar el lenguaje de los niños: se miran, se tocan, se besan, se sonríen, gimen… Así te entenderá.
¡Feliz Navidad!
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