El mejor traje de samaritano
«Cariño, trátame como si fuera un enfermo de ese hospital que visitas. Porque he visto cómo te deshaces de ternura con ellos, cómo les hablas, con qué cariño te interesas por todo lo suyo… Y luego, cuando entras en casa, ni me diriges la palabra. ¿Tengo que enfermar de peritonitis para que te fijes en mí?».
¿Y quién es mi prójimo? Jesús responde con el relato del hombre que cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Y muchos, al oírlo, se visten de samaritano y salen de casa en busca de enfermos, pobres y desahuciados. Bien está. Pero deja de estar tan bien cuando esos mismos olvidan que su prójimo está en casa.
Mira a tu marido, a tu mujer, a tus hijos. ¿Conoces sus dolores? ¿O piensas que, porque no te los cuentan, eso significa que no sufren? ¿Les has preguntado? Fácilmente los juzgas cuando te hieren, pero nunca piensas que no te herirían si no estuvieran heridos ellos. ¿Por qué no te ocupas primero de los heridos que tienes en casa, antes de buscar a los de lejos?
El mejor traje de samaritano es el pijama.
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