El hombre que no quería morir antes de mayo

Conocí a un hombre invadido por el cáncer que se negaba a morir antes de mayo. Era octubre, fue desahuciado por los médicos, y le gritó al sacerdote: «No puedo morirme ahora. ¡De ningún modo! Acabo de comprar un abrigo para el invierno y lo tengo que estrenar». Tan estúpido como real.

Prefiero a Robert de Niro en «Heat» (Michael Mann, 1995), cuando le dice a Al Pacino: «Jamás podrás cogerme. Tú tienes esposa e hija, mientras yo sigo en mi vida este lema: “No te ates a nada ni a nadie que no puedas dejar en 20 segundos si la policía viene pisándote los talones”». Esta cita no es de la Biblia, pero como si lo fuera.

Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en casa no baje a recogerlas; igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Aplícalo a ese «fin del mundo» en miniatura que ocurrirá el día de tu muerte. Y no te ates a nada ni a nadie en este mundo que no puedas dejar atrás en cuanto Dios te llame. No hay nada más ridículo que llevarse un abrigo al Infierno.

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