El gran potencial de lo pequeño
A la hora de hablar sobre el reino de los cielos, Jesús recuperó imágenes de la Escritura, como la ciudad edificada sobre un monte (Jerusalén) o la viña de Yahweh (Israel). Pero también empleó imágenes nuevas, fruto de su imaginación. Y no recurrió entonces a ejemplos ampulosos, como un roble o una montaña, sino que buscó lo más pequeño y humilde.
Es semejante a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto… Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina.
En ambos casos, las pobres expectativas de la apariencia de un grano de mostaza o unos pocos polvos de levadura se ven desbordadas por su crecimiento. El reino de los cielos se fundamenta en el gran potencial de lo pequeño. Por eso el Hijo de Dios vivió y murió como el último de los hombres.
Tú y yo somos pequeños. Pero Dios nos libre de la falsa humildad: hay en nosotros una fuerza capaz de transformar la tierra, y debemos desatarla. Quizá no puedas fundar una multinacional ni presidir un gobierno, pero puedes cambiar el mundo si te decides, de una vez, a ser santo, sin reservas.
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