El descanso de quien ama

De nuevo el sábado. Cuántos reproches, cuántos recelos de los fariseos hacia Jesús a cuenta del sábado. Según ellos, si el sábado está preceptuado que el hombre descanse en Yahweh, ya no le está permitido ocuparse del prójimo. No me molestes ahora, prójimo, que estoy descansando en Dios. Ven mañana.

¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla? Pero ellos no entendieron.

Han pasado dos mil años, y muchos siguen sin entenderlo. «Si descanso en Dios, no me ocupo del prójimo. Porque, si me ocupo del prójimo, pierdo la presencia de Dios y no descanso».

Pero el Señor del sábado no puede despreocuparse del hombre para quien creó el sábado. Y, en su Sábado, mientras reposaba su cuerpo en el sepulcro, descendió a los infiernos a rescatar a los hombres justos que habían muerto esperando su venida. Así descansó su Amor mientras su cuerpo reposaba.

Desconfía de tu piedad si sientes que Dios, en lugar de acercarte al prójimo, te aleja de él; o si has convertido a Dios en un refugio seguro donde el prójimo no te moleste. Desconfía si sientes más lejos al prójimo cuanto más cerca sientes a Dios.

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