El cajón de los malos recuerdos
La Cuaresma, más que el tiempo del ayuno y los rigores, es, por encima de todo, el tiempo de la misericordia. Durante estos días, los pecadores nos preparamos para recibir, sobre el Calvario, toda la misericordia de Dios derramada en la sangre de Cristo. Y nos preparamos, sí, con ayunos y rigores, pero también, y muy principalmente, ejerciendo nosotros esa misericordia que suplicamos del Señor.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.
Es preciso que repasemos nuestra vida y examinemos si hay ofensas que no hemos perdonado. No te extrañe que te lo diga, hay personas mayores que arrastran resentimientos desde la niñez o la juventud. «Eso ya pasó», dicen… Guardaron el recuerdo infectado en un cajón, y decidieron no mirarlo más para no sufrir, pero, desde lo profundo del cajón, la infección se propaga al alma entera.
En ocasiones se tratará de ofensas recientes. Pero, en otras, tendrás que abrir el cajón de los malos recuerdos, sacar de allí ofensas pasadas, y rezar por quienes te hicieron daño, pidiendo la gracia de perdonarlos. Es el comienzo de la sanación.
(TC01M)